El Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota indica que los gatos ayudan a disminuir las probabilidades de padecer un ataque al corazón.
Un estudio a casi 4.500 personas durante una década (en el que tres de cada cinco personas tenían un minino) indicó que los dueños de gatos redujeron hasta un 30% el riesgo de muerte por afecciones cardíacas.
Análisis y estudios como estos han sido dados a conocer por defensores de gatos en las redes sociales. La idea es contrarrestar la idea popular, alentada durante décadas por prescripciones médicas, que estas mascotas transmiten enfermedades.
Otros beneficios de tener mininos es que calman los nervios, estimulan la comunicación de personas con autismo y combaten la depresión.
Acariciar a un gato y sentir sus ronroneos ayuda a reducir los niveles de estrés, ya que se ha comprobado que la compañía tangible de esta mascota mejora el estado de ánimo y sirve como distracción positiva para los que luchan contra los trastornos de la depresión.
Más allá de su compañía, las mascotas contribuyen a seguir una rutina, mantener la responsabilidad y la actividad social en días que -en circunstancias normales- costaría más hacerlo. Aunque todas las mascotas nos pueden ayudar a superar una depresión, los gatos son especialmente tranquilos y pacíficos, y estas características pueden ser contagiosas para sus dueños.
Asimismo, tanto en niños como adultos que padecen autismo los mininos estimulan la comunicación. Durante los últimos años se ha demostrado que las terapias con animales ayudan al aprendizaje en materias de comunicación entre el autista y su entorno.
Un estudio realizado en Francia el año 2012, en donde se analizó a cuarenta niños autistas y a sus mascotas, descubriendo que quienes tenían mascotas eran más tranquilos y les costaba menos socializar. Los científicos relacionaron este fenómeno con el incremento de producción de la oxitocina, una hormona que puede ser generada al acariciar a los gatos y que aumenta los sentimientos de confianza y amor.
Algunos van más lejos y plantean que los gatos pueden actuar como verdaderos terapeutas, para lo cual se establece un perfil:
-El gato tiene que ser adulto
-El gato debe ser uno sociable y de temperamento tranquilo.
-Debe sentirse cómodo con personas que lo acarician o agarren con distintas intensidades.