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Nancy Vázquez/El Nacional

La alimentación juega un papel muy trascendental para prevenir los peligros asociados al envejecimiento. Es en la vejez, cuando las enfermedades crónicas degenerativas son más comunes  al tiempo que las personas comen menos. Otras derivaciones de la vejez es el incremento  de la sensación de sed, el temor a beber a partir de determinadas horas y el riesgo de deshidratación.

Con la edad se origina un incremente de la grasa y la pérdida de tejidos, sobre todo en los músculos pegados al esqueleto. Asimismo, los procesos de digestión y absorción de alimentos en el estómago son mucho más lentos y, por otro lado, se causa la pérdida del sentido del gusto y del olfato que hacen que el comer deje de causar placer. Todo esto conjuntamente va acompañado del abandono progresivo de la actividad física, lo que presume la disminución del consumo  de alimentos con una potente carga energética.

Como resultado, el organismo ve como el deterioro natural de la edad se ve avanzado por una falta de cuidado. Estar pendiente de la alimentación no se debe convertir en una obsesión, pero sí darle la importancia que tiene. Porque como, usualmente se dice, somos lo que comemos.

Una dieta saludable para mayores envuelve que: las proteínas aporten entre el 10 y el 15% de calorías, los lípidos como mucho el 35%, los hidratos de carbono al menos entre el 50 y 60% de calorías restantes. En el caso de que se dé el consumo de alcohol no puede ser mayor del 10% de calorías totales. Estas cifras se han de emplear sin olvidar que cada franja de edad tienes sus propias necesidades nutricionales y que, por otra parte, la energía que un cuerpo precisa es menor cuanto mayor sea la persona.

Para una mejor alimentación en edades avanzadas se pueden seguir las siguientes pautas:

Comer en compañía,

Consumir alimentos de todos los grupos y con una alta cantidad de nutrientes.

Repartir los alimentos entre 3 y 5 comidas al día.

Se exhorta hacer ejercicio de forma diaria,

Vigilar los líquidos que se ingieren así como la fibra.

Cuidar el consumo de alcohol sino eliminarlo, al igual que el tabaco.

En última instancia, y como recurso, se pueden incluir suplementos vitamínicos.