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Nancy Vázquez/El Nacional

Andar descalzo beneficia nuestra salud tanto física como psicológico. Por eso es conveniente hacerlo a menudo.

La planta del pie es una de las regiones corporales que más terminaciones nerviosas tiene en comunicación con el resto del organismo, por eso, al caminar descalzos se estimula el normal funcionamiento de diversos órganos.

La respuesta a si los zapatos son antinaturales o no es ambivalente. Por motivos climáticos y culturales debemos proteger nuestros pies asilándolos del suelo, pero olvidamos darles un tiempo de libertad, y no basta con dejarlos libres mientras dormimos, conviene caminar descalzos.

Andar descalzos nos permite equilibrarnos interiormente. Por un lado, podemos mejorar la estabilidad emocional, el contacto directo con el suelo refuerza nuestra solidez psíquica.

Se estimula la circulación sanguínea, activándose la importante red venosa de la planta del pie. Y si el paseo se realiza sobre agua fría, hierba húmeda, un arroyo, el mar… todavía es más enérgica la activación nerviosa y circulatoria.

Es aconsejable quitarse los zapatos al llegar a casa, andar descalzos o con unas ligeras zapatillas, de este modo dejamos fuera de casa microbios, prisas, estrés y preocupaciones. Los pies, al igual que la mente, se sentirán liberados y nos lo agradecerán.