Una antigua tradición señala que esto ocurre porque se incorporan roles de padrino o madrina, con responsabilidades que incluyen la preparación de tamales y la bendición en la Iglesia.
La Rosca de Reyes, al ser compartida, puede revelar un tesoro especial: la figura del Niño Jesús. Quien tenga la fortuna de encontrar este pequeño muñeco le “tocan los tamales”, una expresión coloquial que marca el inicio de una serie de celebraciones que culminan en la Candelaria.
El 2 de febrero “Día de la Candelaria”, originalmente, no solo se trata de disfrutar tamales, sino también de presentar al Niño Jesús en el templo, siguiendo la tradición judía de presentar a los bebés 40 días después del nacimiento.
Esto debido a que una antigua tradición judía señala que la figura del Niño Jesús en la Rosca simboliza al Mesías con 40 días de vida y aquel afortunado que descubra esta figura asume la responsabilidad de cuidarla como amuleto hasta el 2 de febrero, atrayendo, según la creencia popular, buenos augurios, abundancia y bendiciones para su familia.
El Niño Jesús se convierte en un “amuleto” familiar, y se dice que, dependiendo de cuántos años ha estado en la familia, esta se ve favorecida con diversas bendiciones.