El submarino Titan sufrió una implosión durante su descenso a las profundidades marinas, lo que resultó en la muerte de las 5 personas a bordo.
La implosión es un fenómeno en el que la estructura colapsa hacia dentro debido a la alta presión externa. En el caso del submarino, la presión del agua, sumada a la presión del aire, ejerció una fuerza tan grande sobre la estructura que no pudo soportarla, provocando su destrucción en cuestión de milisegundos.
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La implosión es opuesta a una explosión, ya que el colapso ocurre hacia dentro en lugar de hacia fuera. Para evitar la implosión, es crucial contar con una estructura resistente y realizar exámenes de seguridad exhaustivos.
Además, es necesario comprender los factores ambientales, como la presión, las corrientes y los cambios en la salinidad, para garantizar un viaje seguro.
Bajo el agua, la presión tiene efectos rápidos en el cuerpo, como dolor de oído y dificultades respiratorias. En el caso de los tripulantes del Titan, la implosión fue instantánea y causó su muerte de manera indolora.