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Nancy Vázquez/El Nacional

Un estudio realizado en Turquía en diciembre del pasado año mostró que fumar daña la vista de manera muy parecida a lo que ocurre en las primeras etapas del glaucoma, una condición que causa daño progresivo del nervio óptico y que es la segunda causa de la ceguera en el mundo. Para llegar a esta conclusión, los investigadores evaluaron los efectos causados por el tabaco en la capa fibrosa del nervio de la retina (RNFL, por sus siglas en inglés) que se encarga de reunir los impulsos visuales de los fotorreceptores (los conos y los bastones) y de las células ganglionales en la retina y luego de enviar esos impulsos al nervio óptico.

Además, el glaucoma, la retinitis pigmentaria y el afinamiento del RNFL no son las únicas posibles consecuencias negativas para tu vista. Si continúas fumando, aquí tienes una lista de lo que podrían sufrir tus ojos:

  • Degeneración macular: la mácula, una parte de la retina (el tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo), se ve afectada por el cigarrillo ya que sus células se deterioran debido al proceso de oxidación. Por otra parte, las sustancias químicas y tóxicas contenidas en el cigarrillo interfieren con flujo de sangre que llega a la retina, situada en la parte posterior del ojo. Cuando la mácula se daña, la persona no puede ver con claridad los objetos, que le parecen borrosos y distorsionados, y se le dificulta además la capacidad de distinguir los colores.
  • Cataratas: éstas ocurren cuando el cristalino (o córnea) del ojo se vuelve opaco (en un ojo normal el cristalino es casi transparente y puede cambiar de forma para enfocar adecuadamente los objetos). El hábito de fumar aumenta el riesgo de desarrollarlas, ya que afecta a las células del cristalino mediante el proceso de oxidación y hace que los metales pesados como el cadmio se acumulen en éste. Los expertos han encontrado una correlación directa entre el desarrollo de las cataratas y la cantidad de cigarrillos que se fuman a diario. Mientras más se fume, mayor es el riesgo.
  • Retinopatia diabética:  Ocurre cuando la diabetes daña los delicados vasos sanguíneos de la retina, que se rompen, dejan escapar sangre o se bloquean, lo que comienza a afectar la visión con el paso del tiempo.
  • Síndrome del Ojo Seco: ocurre cuando no se producen suficientes lágrimas para humedecer, limpiar y proteger los ojos que entonces se irritan, arden, se vuelven muy sensibles a la luz y se sienten como que tienen arena.