En estos días, el refugio para migrantes de Martín Salgado en la ciudad mexicana San Luis Río Colorado, a metros de la frontera con Estados Unidos, se parece más a un hotel por horas. Sus huéspedes, muchos de ellos de Centroamérica, a menudo ni siquiera se molestan en pasar la noche en el establecimiento.
Salgado dijo que nunca había visto a la gente circular tantas veces como lo ha hecho en los últimos meses, después de que Estados Unidos comenzó a expulsar a casi todos los migrantes atrapados en la frontera mexicana en lugar de devolverlos a sus naciones de origen.
Ahora, los traficantes de personas a menudo intentan que los migrantes crucen de nuevo la frontera el mismo día que son deportados, reveló.
Anteriormente, los centroamericanos detenidos en la frontera eran procesados por el sistema migratorio de Estados Unidos y, a menudo, eran retenidos durante semanas, incluso meses, antes de ser deportados de regreso a sus países.
“Eso nunca pasaba antes”, dijo Salgado, quien dirige el refugio fundado por su madre en la década de 1990 cerca de los límites occidentales de Arizona. Algunos centroamericanos que llegan al albergue luego de ser deportados “comen, se bañan y de repente se desaparecen”.