La muerte de Jessica Silva, la mujer que fue baleada por elementos de la Guardia Nacional durante una protesta por el uso de agua en el norte de México a principios de este mes fue un “lamentable accidente”, aseguró el comandante de la unidad el viernes.
Manifestantes se enfrentaron con miembros de la Guardia Nacional y tomaron posesión de una presa que ha sido usada para liberar agua para cubrir una deuda con Estados Unidos, como parte de un tratado de 1944. Muchos agricultores del estado de Chihuahua, en el norte de México, aseguran que necesitan el agua para sus cultivos.
El comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, dijo que después de que sus elementos se retiraron de la presa, algunos manifestantes tomaron materiales de grado militar que quedaron en el lugar, entre ellos “granadas”, posiblemente refiriéndose a los proyectiles de gases lacrimógenos o de humo que se utilizaron para dispersar a los inconformes.
Rodríguez Bucio comentó que después de la retirada, tres sospechosos se acercaron a un destacamento de la Guardia Nacional y los amenazaron con arrojarles granadas. Los guardias detuvieron a los sospechosos, los subieron a vehículos de la unidad y se disponían a trasladarlos a una ciudad cercana para entregarlos a fiscales civiles.