Nancy Vázquez/El Nacional
Según un estudio de la Universitat de València demuestra que las personas que no viven en pareja tienen peores niveles de salud y son más propensas de sufrir ansiedad o depresión crónica que aquellas casadas o que conviven con otra persona.
El estudio nos dice que las mujeres que han quedado sin pareja muestran una peor salud que los hombres con el mismo estado civil y situación de pareja, además de presentar más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión crónicas.
Por su parte, los hombres separados o divorciados tienen riesgos más graves de sufrir depresión crónica que el resto de hombres.
La clave no está en el estado civil por él mismo, sino que la encontramos en la interacción entre el estado civil y la situación de convivencia, por lo cual vivir con una nueva pareja después de la disolución del matrimonio preserva la salud de las personas implicadas.
El equipo de investigadores, advierte que el estudio pone en evidencia la necesidad de mejorar la recogida de datos en los trabajos sobre la relación entre salud y divorcio, teniendo en cuenta la creciente relevancia de la rotura de uniones en el marco de las transformaciones familiares.
Estudios precedentes hechos fuera de nuestro país ya habían mostrado que, tanto en hombres como en mujeres, el divorcio aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, comporta costes emocionales y puede llegar a lesionar la salud mental.
Algunos trabajos también habían demostrado el efecto protector que tiene el vivir en pareja por el hecho que esto ayuda a la integración en la comunidad y reduce el aislamiento.