Agencia/El Nacional
Un grupo de científicos, estudiaron que un grito humano repercute en las profundidades del cerebro afectando a la amígdala la cual juega un papel muy importante en el procesamiento y el aprendizaje del peligro.
El autor del estudio, el neurocientífico Luc Arnal, explicó que lo que distingue a los gritos de otros sonidos es una cualidad acústica llamada aspereza que es el cambio rápido en el volumen del sonido por lo que a diferencia de los patrones normales del habla que son entre 4 y 5 Hercios (ciclos de ondas de sonido por segundo), la modulación de un grito varía entre 30 y 150 Hercios.
El procedimiento del estudio consistió en reproducir grabaciones y videos de gritos de películas de terror a voluntarios en un laboratorio para que posteriormente juzgaran que aterradores eran, encontrando que los que tenían mayor aspereza, provocaban más miedo.
Para comprender como el cerebro procesaba los sonidos, los investigadores realizaron una resonancia magnética a los participantes mientras oían los gritos, teniendo como resultado que la respuesta al miedo en la amígdala aumentaba considerablemente.
Arnal declaró que está planeando hacer este tipo de investigaciones en niños para analizar si éstos tienen alguna aspereza adicional debido a su edad.