En Río de Janeiro la capital de Brasil, se encuentra una biblioteca de varios niveles que parece el escenario de una película de fantasía y que sigue fascinando a los visitantes más de unsiglo después de su fundación.
El espacio fue construido a finales del siglo XIX bajo la administración de una asociación de migrantes portugueses que todavía cuida la institución.
Su arquitectura gótica y renacentista, así como su plétora de tallas, mosaicos y esculturas celebran las aventuras de los navegantes portugueses en los siglos XV y XVI.
Con más de 350 mil volúmenes, muchos de ediciones raras, es actualmente más una atracción turística y un escenario para selfies que una sala de lectura, aunque para algunos continúa siendo un precioso refugio de conservación de la mayor colección de libros de lengua portuguesa fuera de Portugal.
La biblioteca es un recurso valioso, porque desde la década de 1930 se ha convertido en un repositorio de cada libro publicado en Portugal.
La conexión histórica de Brasil con su antigua metrópoli es profunda. En 1808, el rey de Portugal Juan VI, exiliado en Brasil con su corte a causa de las invasiones napoleónicas, declaró a Río de Janeiro capital del imperio portugués.
Su hijo Pedro I declaró la independencia en 1822 y fue proclamado emperador. El portugués se mantuvo como la principal lengua del país y con ella una cultura literaria bidireccional. Actualmente las banderas de Portugal y Brasil ondean en el exterior de la biblioteca.
Los miembros de la asociación pagan una mensualidad que cubre parte de sus gastos generales. Los ingresos restantes vienen del alquiler de otros edificios propiedad de la asociación.