El pasado domingo, en la frontera México con Guatemala, se realizó un enfrentamiento entre migrantes hondureños y la policía, el cual dejó un muerto y varios heridos, entre ellos un bebé de 4 meses de edad, el cual fue llevado de urgencia a un centro de asistencia.
Por este motivo el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, aseguró que el gobierno de México rechaza las manifestaciones de violencia que sucedieron, según los reportes los centroamericanos comenzaron a lanzar proyectiles y otros objetos a las autoridades en el puente de Guatemala con México.
La propia Comisión Nacional de los Derechos Humanos y organizaciones civiles pudieron constatar que la policía desplegada en la zona no porta ningún tipo de arma, ni siquiera aquellas que pudieran tener balas de plástico que son consideradas no letales.
Por el contrario, dijo, se logró acreditar que algunos de los migrantes portaban armas de fuego y bombas molotov.
Este domingo, migrantes dieron portazo en la frontera guatemalteca, avanzaron sobre el puente que une a México y rompieron la valla de acceso a nuestros país, donde se enfrentaron con la Policía Federal dejando un muerto y varios heridos.
Desde la madrugada la caravana migrante dejó la plaza central de Tecún Umán en Guatemala para pasar la noche en la entrada de acceso al puente Suchiate Dos.
Ahí estaban apostados policías antimotines guatemaltecos quienes les impidieron el paso. Cerca del mediodía comenzaron a jalar la malla ciclónica hasta reventar su candado.
La Policía de Guatemala estaba desarmada, sin escudos ni cascos de protección, por lo que se replegaron y dejaron pasar a los integrantes de la caravana, que eran poco más de mil personas.
Atravesaron el puente Suchiate y se toparon con la reja metálica de acceso a México donde estaban los policías federales, personal del Instituto Nacional de Migración, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de la Organización de las Naciones Unidas.
La caravana exigió el ingreso masivo y sin acreditar su identidad, a lo que se negaron las autoridades mexicanas.
Fue entonces que muchos hombres y jóvenes se esbozaron, según ellos, “para aguantar los gases” que lanzan las fuerzas de seguridad.
Por momentos, jalaban la reja metálica de tres metros de altura y lanzaban piedras a las autoridades mexicanas, mientras otros llamaban al orden y a la civilidad.
A las tres de la tarde llegó Gerardo García, titular del Instituto Nacional de Migración y el comisionado de la Policía Federal, Manelich Castilla, quienes suplicaron orden y tranquilidad a los migrantes. “Migrar no es un delito. Solo tenemos que hacerlo de manera regulada, ordenada y segura. Segura para ustedes sobre todo”, dijo el titular del INM, quien explicó que “para poder migrar se necesita tener un documento de identidad y una visa.
García dijo que solamente podrían ingresar 300 personas por día, por lo que los restantes deberían regresar en los días sucesivos. Incluso les dijo que serían llevados a un albergue donde les darían comida y atención médica en lo que se define su situación legal en México, negando que fueran a deportarlos al momento de cruzar.
“Pasarán a un albergue, no a una estación migratoria donde serán atendidos por la Cruz Roja y les darán salud, teléfono para hacer llamadas. Nosotros turnamos su solicitud de refugio. Una vez que les dan el documento pasan a un albergue de puertas abiertas donde tendrán ayuda para alimentarse y alojamiento”, detalló.
Apenas iban 70 centroamericanos que accedieron a México cuando varias decenas de migrantes jalaron la reja hasta romper sus cimientos de cementos. Esto provocó el júbilo de los embozados y lanzaron piedras y palos al lado mexicano.
Durante varios minutos los integrantes de la Policía Federal resistieron el ataque hasta que lanzaron gas lacrimógeno para dispersar a la turba, lo que funcionó. Sin embargo, los embozados tomaban las latas ardiendo y las regresaban a suelo mexicano, o bien al río Suchiate.
Se escucharon detonaciones y un centroamericano cayó, los bomberos de Guatemala lo trasladaron para recibir atención médica, pero al final fue declarado muerto. La Policía Federal desplegó un helicóptero Black Hawk para replegar a los violentos, mientras estos lanzaban piedras a la aeronave.
La Policía y el Ejército guatemaltecos tomaron el control de su lado del puente, sin embargo, permitieron el libre acceso de los migrantes.