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Nancy Vázquez/El Nacional

Seguramente te ha pasado que, con un par de copas de más, comienzas a ver a tu vecino o vecina más guapo.

En tus cinco sentidos no te habría pasado por la mente una relación con él o ella pero, ya entrados en copas… ¡hasta guapo te parece!

La realidad no es que esa persona se haya puesto más guapo o atractiva por arte de magia sino que el alcohol produce un efecto en el cerebro que distorsiona nuestra percepción.

Un estudio de la Universidad de Roehampton en Inglaterra concluyó que, tras consumir alcohol, se pierde la capacidad de detectar rostros asimétricos.

La investigación se realizó en dos grupos de jóvenes sobrios y ebrios, a los que se les presentó imágenes de rostros simétricos y asimétricos.

Los participantes debían elegir qué rostros les resultaban atractivos y cuáles no.

El resultado fue que, mientras los jóvenes sobrios preferían las caras simétricas…

Los borrachos se iban por los rostros asimétricos, o lo que es lo mismo “lo que caiga es bueno”.

Los científicos concluyeron que quienes no consumen alcohol pueden detectar de forma más eficiente la simetría de los rostros.

Mientras que, con un grado de alcohol elevado en la sangre, son más propensos a perder la capacidad de detección en la simetría de los rostros.

Aunque este efecto de aturdimiento se presenta en ambos sexos…

En los hombres es mucho más marcada la pérdida de capacidad para diferenciar rostros simétricos.

La razón, dicen los expertos, es que los hombres se estimulan más por la vista, y en las mujeres intervienen otros factores para determinar si es o no atractivo.

No obstante, con alcohol todos perdemos porque también es un estimulante del deseo sexual, lo que podría llevarnos a cometer muchos errores.