Redacción/ El Nacional
Hoy a las 23.59.59, la manecilla alargada del reloj marcará dos veces seguidas medianoche. El tiempo se detendrá por un instante y el de hoy será el día más largo del año. Por un segundo, pero el más largo. Parece poco, pero un segundo le puede alcanzar a Usain Bolt para recorrer 10 metros, si se considera su récord mundial en los 100 metros de 9.58 segundos.
¿Por qué se agrega hoy un segundo a las 24 horas que marca el reloj?
Es un ajuste previsto y avalado por la comunidad científica, para evitar que los aparatos que utilizamos en nuestro día a día en la Tierra pierdan el ritmo de los ciclos astronómicos, explica la NASA.
“La rotación de la Tierra está disminuyendo de velocidad, por lo que los segundos de más son una forma de compensarlo”, asegura Daniel MacMillan, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. Y es que nuestro planeta no gira siempre a una velocidad constante y además se está desacelerando lentamente. En teoría, un día dura 86.400 segundos, aunque los científicos consideran que no fue así desde el 1820 aproximadamente. Desde entonces, la mayoría de los días tienen dos milésimas de segundo más que el día anterior, mucho menos que un simple abrir y cerrar de ojos y aunque pueda parecer una cantidad insignificante, si se repitiera cada día durante un año y no modificásemos los relojes terrestres, llegaría un momento en que, por ejemplo, a mediodía sería de noche. Y entonces viviríamos de espaldas al tiempo astronómico.
Pero hay más. Al hecho de que la Tierra gire de forma desacelerada se suma que la duración de cada día individualmente varía de forma impredecible debido a la influencia de factores como la atmósfera, los vientos, las mareas, las corrientes oceánicas, los terremotos o el movimiento del núcleo líquido de la Tierra.De ahí que se añada ese segundo extra, generalmente bien el 30 de junio o el 31 de diciembre, de la misma manera que ocurre con los años bisiestos: cada cuatro años se añade un día completo, el 29 de febrero, para compensar que la Tierra no tarda exactamente 365 días en orbitar alrededor del Sol.
El primer segundo extra se añadió en 1972 y se sumó uno por año hasta 1999. A partir de ese momento son menos frecuentes, aunque los científicos desconocen el motivo. De hecho, el de hoy será el cuarto que se añada desde el 2000 y el número 26 en total. Quien realiza los cálculos pertinentes y calcula cuándo debe añadirse es el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra, los guardianes internacionales del tiempo, que está ubicado en París.
Pero estos segundos de más también generan problemas, sobre todo en el ámbito de los sistemas de comunicación, financieros y de navegación. En general, todos esos sistemas están conectados y sincronizados unos con otros mediante una red de protocolo de tiempo, programada para ir a la par con el tiempo universal coordinado, que es el tiempo científico oficial.
No obstante, ese protocolo no se lleva bien con los segundos extra. De hecho, el último, añadido en 2012, hizo que sitios como Mozilla, LinkedIn o Reddt se colapsaran y que los aparatos con sistema operativo Linux tuvieran problemas. Y entonces, ¿por qué empeñarnos en seguir con esta práctica astrofísica? Porque de no hacerlo nuestro tiempo terrícola se desincronizaría del astronómico y eso, de alguna manera, nos haría perder nuestro camino en el Universo.