Valeria Gonzalez / El Nacional
El ‘sexting’ -una combinación de los términos en inglés ‘sex’ (sexo) y ‘texting’ (acción de enviar mensajes)- comenzó entonces a tomarse las páginas de los medios de comunicación.
En tiempos de computadores, tabletas y celulares inteligentes la distancia ya no es un impedimento para la intimidad entre parejas que, en un principio, pueden encontrar un ‘picante’ extra para sus relaciones al compartir fotos y videos sexualmente explícitos. Pero la ‘magia’ se convierte en un asunto legal cuando dichos materiales llegan a manos de terceros.
Según Adalid Corp, compañía que trabaja temas de Seguridad de la Información, en Colombia el año pasado se presentaron más de 80 casos cuyas víctimas eran menores de edad, mientras que hubo otros 50 denunciados por adultos.
Muchas de las denuncias que llegan son generalmente porque una niña decidió compartirle fotos de las partes íntimas a su novio y el menor termina compartiendo este material en redes sociales”, indica Ándres Guzmán, abogado y gerente de esta firma en el país.
En la mayoría de los casos, los vídeos y fotografías se suben a la red con nombre y apellido de quien sale en estos, esto ocasiona que con una búsqueda en Google se pueda encontrar el material, agrega.
Guzmán, quien asegura que “la legislación colombiana atribuye como delitos de pedo-filia o sexuales cualquier fotografía o vídeo de un menor de edad que se comparta en la red sin consentimiento del autor inicial”, dice que eliminar una publicación íntima de la red puede ser toda una ‘pesadilla’ para quien haya corrido el riesgo de compartir imágenes o vídeos privados con quien no debía.
¿Qué hacer si sus fotos o vídeos terminan en manos de otros?
Si por alguna razón los materiales que compartió con alguien en privado terminan en la red, usted, como menor o adulto, tiene diversos derechos que lo salvaguardan de este tipo de delitos. La ley 1581 del 2012 sobre protección de datos personales dice que todo archivo que tenga que ver con la vida sexual e íntima de una persona está protegido por la ley y si se comparte sin ningún consentimiento del autor puede dar hasta 12 años de cárcel.
Según la compañía Adalid, las víctimas de filtraciones deben presentar una denuncia de inmediato. Con ella y si siguen los siguientes pasos podrán gestionar ante las autoridades la eliminación de los archivos privados:
- Al momento de recibir la denuncia se identifica en qué servidores y redes sociales se encuentra el vídeo o la fotografía.
- Luego, se habla con las compañías (Google o Facebook, por ejemplo) para pedirles que retiren el material, pues se está violando el derecho a la intimidad.
- Si no se logra llegar a un acuerdo con las empresas, se recurre ala Superintendencia de Industria y Comercio, sección de Protección de Datos Personales. Si ahí aprueban el caso, dicha entidad tiene toda la autoridad sobre los proveedores de Internet para hacerles bloquear el contenido.
- Finalmente, si por ninguno de los anteriores medios se logra el objetivo, el interesado debe recurrir a nuevos recursos legales, que incluyen acciones de tutela.
¿Es una enfermedad?
Ante el auge del ‘sexting’, desde hace varios años se ha planteado el debate de si esta práctica puede ser catalogada como un desorden mental. En el 2012 investigadores de la Universidad de Michigan (UM) analizaron el comportamiento de 3.447 jóvenes con edades de entre los 18 y 24 años y encontraron que esta práctica, más allá de ser muy común, no se puede asociar con problemas psicológicos.
Los investigadores encontraron que casi la mitad de los encuestados respondieron que practicaban ‘sexting’ y que la mayoría de la muestra había aceptado haber enviado y recibido en algún momento mensajes con contenido sexual, sugiriendo que se trata de algo recíproco y probable entre parejas románticas.
Existen muchas personas que no tienen mucho tiempo entre semana y utilizan este recurso para avivar la ‘llama’ con su pareja y hace que el fin de semana el encuentro sea mucho más esperado, mientras que otros prefieren este tipo de acercamiento por algún tipo de discapacidad o simplemente para salir de la rutina”.
Y es que actualmente es común conocer diversas parejas que encontraron su media naranja en redes sociales, compartiendo su número telefónico e iniciando los nuevos tipos de relaciones.
“Aunque en un espacio virtual no existe ningún tipo de interacción física, esta práctica puede crear un vínculo muy cercano con la otra persona”, agrega Lacera, sexóloga de Profamilia, quien de todas maneras hace énfasis en los riesgos de mover contenidos íntimos por la red.
Madurez, clave en relaciones de pareja por la red
La edad juega un papel importante en cuanto a este intercambio de mensajes se refiere. A los menores de edad suele parecerse menos riesgos enviarse fotos y vídeos íntimos, pero por su falta de madurez es más probable que estas terminen en manos de otras personas y lejos del que en principio era su único destinatario. “Si un joven comparte este tipo de fotos, en su mayoría las niñas, piensan que solo son para una persona en la que confían, pero cuando estas son vistas por otros, la situación se convierte en un problema social. Crea adolescentes con poca autoestima y genera aislamiento”, menciona la sexóloga de Profamilia Lacera.
Uno de los riesgos de esta práctica, más allá de lo que implica mover contenidos privados por la red, es el de crear una interacción irreal, que se aleja de lo físico y hace que solo exista un relación trivial de envío de archivos y búsqueda de placer sexual sin ningún otro significado.