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Lorena Lara/El Nacional

América Latina está lejos de sus años de antaño en los que las altas tasas de crecimiento de sus países significaban un motor de dinamismo para la economía global.

La reducción en los precios internacionales de las materias primas está disminuyendo paulatinamente la inflación en América Latina. Los precios de los principales grupos de alimentos, como los lácteos, aceites y grasas, cereales y carnes, bajaron en promedio un 36 por ciento en el último año.

Se prevé que, debido a las crisis alimentaria y económica, aumente a 53 millones el número de latinoamericanos con hambre lo que, según la FAO, hace retroceder a la región a los niveles de desnutrición de principios de la década de los años 90.

En los recientes meses, la tendencia a la baja en el precio de las materias primas de importancia estratégica en América Latina, como el crudo, el oro, el cobre, el acero y el café, representa un reto importante para la región. Para algunos actores del subcontinente, el tropezón es mayor por escenarios de temporada, como Brasil, donde una grave sequía en zonas agrícolas pesará sensiblemente sobre las exportaciones del gigante.

Chile tiene su atención en el cobre, primordial en su economía. A través de Codelco, de propiedad estatal, es el primer productor y exportador de ese commodity. En diciembre, los precios del cobre registraron el nivel más bajo desde septiembre del 2009.

Para Perú y Colombia la situación tampoco luce bien: también tienen como debilidad la alta dependencia de los precios de las materias primas en su economía. Las exportaciones peruanas de oro llegaron a caer hasta 36 por ciento en los primeros 10 meses del 2014 y nada hace pensar que la situación mejore en el corto plazo. En Colombia es el crudo el que derribará sonrisas: el país pronosticó un barril de 88 dólares, pero lo venderá a 46. Se pronostica que su PIB apenas alcanzará 3.8 por ciento de expansión.

En México pese a haberse registrado en los años recientes el mayor número de reformas tanto en materia tributaria como en el régimen fiscal de Pemex, no se logró aumentar el monto de los ingresos no petroleros y la dependencia de los recursos provenientes de la actividad petrolera prácticamente se mantuvo alrededor de 34 por ciento en los recientes 15 años. Para el 2006 representó 38 por ciento de los ingresos presupuestarios del Sector Público en México, ello de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda.

En el presupuesto para el 2015 se calculó un precio promedio de la mezcla mexicana de exportación de 79 dólares por barril (d/b), cifra que implicaba ingresos por aproximadamente 31mil millones de dólares. En lo que va del año, las noticias han sido negativas: la mezcla registra un precio promedio de 40 dólares por barril. Esto arrojaría ingresos por alrededor de 15 mil 700 millones de dólares, casi 50 por ciento menos de lo presupuestado.

La historia no termina ahí. Las estimaciones para el precio del hidrocarburo para los próximos tres años, por lo menos, rondan los 40 dolares, en un contexto en el que los grandes productores no están dispuestos a sacrificar su cuota de mercado.

El Banco Mundial argumenta que las economías emergentes están cediendo su rol como motores de crecimiento global y deberían prepararse para una nueva etapa de crecimiento más lento.

La firma Oxford Economics advierte que el mundo podría vivir una recesión inducida mediante los mercados emergentes. Estos países representan el 52 por ciento del PIB en términos de paridad de poder de compra.

De las cuatro economías emergentes más importantes del globo (BRICs), dos esperan una recesión este año y otra enfrenta una desaceleración constante que la ha llevado a presentar su tasa de crecimiento más baja en 25 años.

De acuerdo a la firma NN Partners, entre el tercer trimestre de 2014 y el primer trimestre de 2015, los mercados emergentes sufrieron la peor salida de capitales desde la crisis global de 2008.

Las economías emergentes son particularmente vulnerables a la volatilidad financiera generada en gran medida por la expectativa de alza de tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos.