Redacción/El Nacional.

San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa,  fue un fraile, predicador y teólogo portugués.
Se atribuyen a Antonio de Padua numerosos episodios de carácter místico, entre ellos la bilocación, ser entendido y comprendido por los peces cuando las personas despreciaron sus predicaciones, o de cargar en sus brazos al niño Jesús durante una noche. De allí surgieron numerosas representaciones iconográficas alusivas.

En Portugal, Brasil, España, Perú y algunas otras partes de Hispanoamérica es reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de junio) las muchachas solteras tienen la costumbre de comprar una pequeña imagen de San Antonio y colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen marido. Esta curiosa tradición ha sido retratada muchas veces en la cultura popular portuguesa e hispanoamericana, aunque la Iglesia Católica la ha calificado como superstición.

Cuenta la tradición que San Antonio es el fiel ayudante de las casaderas (aunque también hombres lo visitan) y de quienes tienen problemas del amor. Miles de mujeres acuden a él para implorarle que les consiga pareja y no se queden para “vestir santos” (solteronas), como dice un dicho popular.

La iglesia católica considera que esta curiosa tradición que ha sido retratada muchas veces en la cultura popular, es una “superstición” y una falta de respeto, aunque no es un pecado porque la gente no lo hace con el afán de ofenderlo, lo hacen de buena fe, pero creemos que no es necesario ponerlo de cabeza para que nos ayude.

Actualmente, se acostumbra llevar un listón rojo que se pone bajo el altar a San Antonio de Padua mientras se reza una oración.

En Morelia, Michoacán, por ejemplo, existe un rinconcito que reúne más de 600 imágenes de San Antonio de cabeza.

Entre los cientos de imágenes de San Antonio de cabeza, se cuentan una estatua tamaño real, óleos del siglo 16 y hasta un títere traído desde Alemania por una cliente asidua.

Las solteras colocan 13 monedas a los pies de la imagen (de preferencia regaladas por 13 mujeres enamoradas o casadas), posteriormente la mujer en edad de merecer tiene que dar trece vueltas a una fuente colocada en el centro del rincón, encender una vela y rezar una simpática oración, que es la que sigue:

-“¡Oh! glorioso San Antonio, santo de mujeres, no te estés haciendo pato y consígueme un marido aunque te tardes un rato. Mira que ya no resisto este loco afán de amar, atiende San Antonio mis ruegos que no me quiero quedar.

 

-“No te pido un guapo mozo, ni lo quiero con dinero. Sea un feo o andrajoso o hasta un simple ranchero. Tampoco quiero exigirte un flamante diputado, sino un humano cualquiera, sea solo, viudo o divorciado.

 

-“No me importa que esté picado, que sea cojo o esté ciego, pues si tú así me lo das yo lo acepto desde luego. Escúchame Toño mío, óyeme santo glorioso, consígueme un baboso que se atreva a ser mi esposo.

 

-“Mira que si no lo haces y conmigo eres ingrato, por Dios que te ha de pesar pues de cabeza te has de quedar. Pero no, ¿verdad que hoy sí escuchas mis rezos? Bueno señor San Antonio, santo de mi devoción en ti tan sólo confío y échame tu bendición”.