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El fiscal de Marsella, Brice Robin, aseguró que el avión de Germanwings que se precipitó el pasado marzo en los Alpes franceses estaba en condiciones de volar cuando despegó de Barcelona hacia Düsseldorf y que el copiloto, Andreas Lubitz, lo estrelló deliberadamente.

“El avión no tuvo ningún problema de mantenimiento en tierra en Barcelona. El avión era capaz de volar perfectamente”, declaró el fiscal en una conferencia de prensa en París.

Tras dos meses y medio de investigación, el representante del ministerio público sostuvo que está “completamente” convencido de que Lubitz “estrelló deliberadamente el avión y asesinó a 149 personas”.

El fiscal convocó a la prensa tras reunirse en París durante más de cuatro horas con unos 200 familiares de las víctimas del siniestro, entre ellos 77 procedentes de España, para informarles sobre el estado de la investigación y la repatriación de los cuerpos, así como allegados de Alemania, Venezuela, Colombia, Marruecos “y otros países”.

La repatriación, que comenzó el martes con el traslado a Alemania de 44 víctimas, continuará la próxima semana con el envío a Barcelona de los cuerpos de 30 españoles.

Se espera que para finales de mes todos los cadáveres puedan ser entregados en sus países a sus allegados, mientras que los restos humanos no identificables serán enterrados en una sepultura colectiva en el cementerio de Vernet, localidad alpina a pocos kilómetros del lugar donde cayó el Airbus A320 el pasado 24 de marzo.

Las familias de las víctimas estarán invitadas a participar en el homenaje ecuménico, para el que aún no se ha fijado fecha.

La próxima semana retomarán el caso tres jueces de instrucción de Marsella (sureste de Francia), que abrirán una investigación por “homicidio involuntario” para establecer si hubo fallos que permitieron volar al copiloto cuando todo indica que sufría problemas mentales, ya que, según la ley francesa, no se puede encausar por asesinato a un difunto.

De acuerdo con la información que maneja el fiscal, Lubitz, de 27 años, se encerró en la cabina del avión y no recibió ninguna instrucción de los controladores aéreos para que hiciera descender el aparato, que habría estrellado voluntariamente contra el macizo montañoso.

En el último mes, el copiloto había estado diez días de baja y había visitado a siete médicos, entre ellos tres psiquiatras, y les comentó que también había consultado a neurólogos y oftalmólogos.

En total, el fiscal sostiene que visitó a “41 médicos diferentes en los últimos 5 años” porque creía ver los objetos “entre un 30 y un 35%” más oscuros de lo normal y había padecido insomnio y depresión. “Tenía motivos para temer que podría quedarse sin posibilidad de volar si su situación llegaba a oídos de sus controladores o de la empresa”, agregó el fiscal, quien añadió que uno de esos médicos con el que se entrevistó durante “largo tiempo” le diagnosticó “psicosis amenazante con problemas de visión sin origen orgánico”.

Sin embargo, esa información nunca llegó a los supervisores aéreos o de la compañía Germanwings, filial de Lufthansa, agregó Robin, quien reconoció la dificultad de “conciliar, de un lado, el secreto médico y, de otro, la información sobre un asalariado que es piloto de avión”.