Redacción/ El Nacional
Casi todos los animales son polígamos e incluso hay factores genéticos que nos impulsan al desliz. Sin embargo, la monogamia sigue haciéndonos felices.
La antropóloga y bióloga Helen Fisher, autora de Anatomy of love (Ed. Norton & Company), ha dedicado más de 30 años de su vida a estudiar el amor romántico desde un punto de vista científico, y asegura que durante un tiempo ansiamos enamorarnos, formar una pareja estable y criar juntos a los hijos, pero pasada la etapa de amor apasionado (cuatro años), entramos en la monotonía, se produce el desgaste y no podemos evitar el deseo de irnos con otro u otra que nos haga tilín, algo que esta estudiosa del comportamiento humano considera totalmente normal, pues esta apetencia no es más que la consecuencia irremediable de diversos procesos químicos cerebrales.
“Efectivamente, si consideramos que el ser humano es un animal más, observamos que hay muy poca monogamia en la naturaleza, ahora bien, a diferencia del resto de los animales, el ser humano piensa, razona, se culturiza y generalmente sustenta sus relaciones sentimentales en la fidelidad sexual. La prueba evidente de ello es que cuando una de las partes pone los cuernos a la otra, se produce un enorme sufrimiento y en muchas ocasiones, el desliz provoca la ruptura”, continúa la profesora de Ética y Filosofía.
¿Las mujeres también engañan?
Pero además de los procesos bioquímicos “naturales”, ¿qué otros motivos llevan a una persona a engañar a su pareja? La encuesta de IPSOS revela los siguientes: la atracción o el amor por otro, la curiosidad de vivir una experiencia diferente, vengarse de los escarceos del cónyuge, comprobar que este ya no es lo que necesita, hacer realidad fantasías que dentro del matrimonio no puede llevar a cabo o tener una aventura como intento desesperado de salvar la relación.
Junto con todas estas causas, AshleyMadison.com, web de contactos extramatrimoniales, descubrió que la falta de sexo en el matrimonio es la razón más habitual por la que las mujeres buscan satisfacer sus necesidades fuera de casa. Según su estudio para conocer la infidelidad femenina, realizado a principios del presente año.
“Estos datos resultan alarmantes, pero frente a ellos hay otros muy esperanzadores, pues todos conocemos parejas verdaderamente felices que basan su relación en el amor y la fidelidad”.
La ciencia, de momento, no ha sido capaz de determinar si por naturaleza somos monógamos, polígamos o monógamos secuenciales, pero sí se saben algunas de las cosas que influyen en esta realidad.
De todas formas, el sentimiento vence a la naturaleza. Y cuando alguien está enamorado, como señala la doctora Helen Fisher, no tiende a ser adúltero, por lo que la clave para luchar contra posibles infidelidades radica en intentar mantener la llama lo más viva posible. ¿Y cómo se hace esto? Según sus investigaciones, siguiendo tres consejos: manteniendo relaciones sexuales regularmente, atreviéndonos a innovar para no caer en las “rutinas amorosas” y procurando mantener el contacto físico casi de forma continua. Respecto a este último detalle, el psiquiatra y conferencista internacional Mark Goulston insiste en que las parejas que se abrazan mucho, van de la mano, se apoyan en el hombro del otro y duermen pegados, mantienen una mejor conexión y, por lo tanto, una relación más sólida, a prueba de posibles “terceros”. Esta investigación lo corrobora.
Y después de la infidelidad, ¿qué?
En general, todas estas pautas suelen funcionar bien cuando no se ha llegado a cometer una infidelidad. Pero, ¿qué ocurre cuando se cruza la línea? ¿Es posible recuperar la relación de pareja? Según datos del informe IPSOS, el 62% de los varones y el 51% de las mujeres piensan que serían capaces de perdonar el engaño, pero la verdad es que parecen cifras demasiado optimistas, sobre todo si tenemos en cuenta que “la mayoría de las personas que tienen aventuras buscan relaciones a largo plazo, no un breve rollo de una noche”, según conclusiones de AshleyMadison.com.
El psicólogo Antoni Bolinches, experto en relaciones de pareja y autor de Amor al segundo intento (Ed. Debolsillo), asegura que solo una de cada tres parejas en las que ha habido infidelidad se salva, y el resto acaba deteriorándose en más o menos tiempo, pues ya no se confía en el otro. “La pareja que se arregla consigue salir adelante si ha habido arrepentimiento por parte del que ha tenido la aventura, si no, no hay absolutamente nada que hacer”.