Redacción/ El Nacional

Este viernes 24 de marzo es un día que aun sigue calando duró en la memoria de la mitad de los aficionados al futbol en la ciudad de Monterrey, y es tal vez la fecha que orilló a que se recrudeciera la dura rivalidad entre los dos equipos de la sultana del norte, día negro para algunos, pero día de recordar jubilo y gloria para otros.

Fue en el año de 1996 cuando el equipo de Tigres sufría una dura crisis administrativa que se traducía a lo deportivo, pues las malas decisiones llevaban a los felinos a los últimos lugares de la tabla porcentual en la temporada 1995-1996.

Con la cruz a cuestas y con poca motivación, tigres no vio la luz en esa temporada, cayendo poco a poco en la última posición y teniendo que encarar en el último partido de liga nada más y nada menos que al rival de la ciudad, en un duelo que en ese entonces no acaparaba las miradas y la rivalidad salvaje con la que se vive en la actualidad.

El día del partido se acercaba, en domingo era la cita y en el abarrotado estadio universitario de San Nicolás de los Garza se llevaría a cabo la jornada 32 del torneo mexicano.

En un encuentro marcado por la euforia, pero sobre todo la esperanza de los aficionados felinos, daba inicio el partido. El nerviosismo y tensión aumentaban con el paso de los minutos, hasta que el jugador felino Omar Arellano hacia explotar las gargantas auriazules con un gol al minuto 19 que alimentaba las esperanzas en el universitario.

Sin embargo, una tarde gris se avecinaba para los entonces dirigidos por Víctor Manuel Vucetich , pues Sergio Verdirame empataba el partido, y tan solo minutos separaban la acción en la que con una media vuelta espectacular y balón al aire, Luis Miguel Salvador colocaba el último clavo al ataúd tigres que los mandaba a la primera A.

Mucho se ha dicho que Tigres ya estaba descendido al momento de jugar el clásico, pues el resultado del Morelia los ponía de manera definitiva en la liga de plata, sin embargo, dicha situación es descartada por los aficionados rayados quienes prefieren quedarse con el recuerdo de haber mandado al descenso al eterno rival.

Tigres ascendió de manera inmediata a la máxima categoría, y desde entonces el suceso solo sirvió para aumentar la rivalidad y colocar al clásico regiomontano como uno de los más importantes en todo el país.