Redacción/El Nacional
Científicos estadounidenses han desarrollado un nuevo sistema que hace posible que una persona parapléjica estreche la mano o beba una cerveza gracias a un brazo robótico. El método se basa en la instalación de varios electrodos en las neuronas del corte parietal posterior, la zona del cerebro que determina el propósito de la acción. Esto facilita que los movimientos sean más naturales y armoniosos.
Con 21 años, Erik G. Sorto se vio envuelto en un tiroteo que lo dejó paralizado del cuello para abajo. Tras más de 10 años sin poder efectuar ningún movimiento por sí solo, ahora puede dar la mano, beber una cerveza o jugar a “piedra, papel y tijera” con un brazo robótico. Se trata de un sistema basado en la implantación de electrones en la zona del cerebro que controla la intencionalidad del movimiento.
Cirugía experimental
Para comprobar la eficacia de este nuevo enfoque, Andersen y sus compañeros implantaron una neuroprótesis a Sorto, que se presentó voluntario para el experimento.
Esta neuroprótesis consta de dos matrices de 96 electrodos, cada uno de ellos encargado de registrar la actividad de una neurona del CPP. Las matrices están conectadas a un ordenador donde se procesan las señales y desde el que se envían las órdenes a un brazo mecánico.
Por primera vez se implantaba un sistema de este tipo en el CCP, por lo que era diferente la colocación y la forma de manejar el hardware.
Charles Liu, responsable de la operación e investigador de la Universidad de California del Sur (EE UU), destaca la complejidad de la misma: “Era la primera vez que se implantaba un sistema de este tipo en esta parte del cerebro humano, por lo que todo era diferente: localización, colocación y forma de manejar el hardware”.
Ante la sorpresa de los científicos, al primer día Sorto ya era capaz de ejecutar los primeros movimientos intuitivos con este brazo. “Me quedé sorprendido con lo fácil que era, me entraban ganas de ir por ahí chocando la mano a todo el mundo”