Reyna Briseño/El Nacional.
La belleza arqueológica de Palmira, con tesoros de antiguos imperios que se remontan al siglo II y sus bien conservados templos, columnatas y teatros, esconde para los sirios una historia de miedo, torturas y terror.
Palmira, conocida por sus habitantes por su antiguo nombre semítico, Tadmor, es también la localización de una importante prisión militar a la que los sirios señalan como el lugar donde la persona que entra está perdida y el que sale vuelve a nacer.
La cárcel ganó notoriedad por los informes que denunciaban las persistentes torturas que allí se practicaban a los prisioneros.
Un informe de Amnistía Internacional de 2001 recogía numerosos testimonios de los antiguos presos que habían podido salir vivos de Tadmor Es difícil creer que la clase de torturas y malos tratos descritos en este informe aún tengan lugar hoy. La organización hablaba de torturas diarias, condiciones inhumanas y constantes humillaciones.
Entre los años 80 y los 90, mientras los turistas admiraban las preciosas ruinas históricas de Palmira, más de 20.000 prisioneros pasaron por la cárcel de Tadmor, en su mayoría presos políticos.
La prisión está localizada en un área desértica y fue construida tomando como base lo que fueron los antiguos barracones del Mandato francés sobre Siria que se extendió de 1920 a 1946. Desde los 70, Tadmor comenzó a encerrar a opositores políticos, que eran mantenidos en completo aislamiento del mundo.
La prisión contiene entre 40 y 50 celdas de cuatro por seis metros y de ocho por 12, donde se encerraba a 130 y 250 personas respectivamente. También había 39 celdas más pequeñas, de unos dos metros cuadrados y 16 celdas en los sótanos, para los presos en aislamiento.
En los tiempos en que AI redactó el informe, quedaban unos 600 reos políticos en Tadmor. Supuestamente, la prisión fue cerrada poco después. Eran los primeros años de Bashar Asad, presidente a la muerte de su padre, Hafez Asad.
Bashar realizó algunas amnistías de presos, pero según algunos opositores, la cárcel fue reabierta en 2011, para encerrar a los disidentes y activistas de la revolución que comenzó ese año contra su régimen. Hoy, en medio de la guerra abierta, Tadmor, Palmira, vuelve a estar en el centro del drama de Siria.