Redacción/ El Nacional
Un fuerte terremoto de magnitud 7.8 sacudió el sur de Nueva Zelanda en las primeras horas del lunes, cuando todavía era domingo en la mayoría del mundo, despertando a residentes, causando daños en inmuebles y llevando a los servicios de emergencia a advertir a la gente a lo largo de la costa que se trasladara tierra adentro y más alto para evitar las olas de un tsunami.
El terremoto, con epicentro en una zona principalmente rural cerca de la ciudad de Christchurch, se sintió fuertemente en la capital, Wellington, a más de 200 kilómetros (120 millas) de distancia. El terremoto fue seguido por una serie de fuertes réplicas.
El sismo también tiró objetos de estanterías y rompió ventanas en Wellington. Cientos de turistas salieron a las calles desde sus hoteles.
No hubo informes inmediatos de daños importantes o heridos graves en Christchurch, pero el temblor evocó recuerdos del terremoto de 2011, que destruyó buena parte de la ciudad y mató a 185 personas. Sin embargo, el terremoto del lunes se produjo lejos de los grandes centros poblados.
El terremoto tuvo lugar justo después de la medianoche. Su centro se situó unos 93 kilómetros (57 millas) al nordeste de Christchurch, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), con una profundidad relativamente baja de 10 kilómetros (6 millas).
Los efectos de los terremotos son más perceptibles cuanto más cerca de la superficie se encuentre el epicentro.
Luego del terremoto del lunes, la residente de Christchurch Hannah Gin, de 24 años de edad, dijo que acababa de sentarse en su sala de estar para ver la televisión cuando su casa comenzó a temblar. Arriba, su madre soltó un grito.
Dijo que está acostumbrada a los terremotos, por lo que se sentó tranquilamente y esperó, imaginando que el retumbar se detendría en unos segundos. En lugar de eso, dijo que la sacudida siguió durante al menos tres minutos, según el reloj de su celular, dijo ella por teléfono.