Existen creencias populares o que por instinto las personas hacen la mayoría del tiempo, pero que pueden resultar contraproducentes, por ello te dejamos una lista:
Echar la cabeza hacia atrás si te sangra la nariz
Ante una hemorragia nasal, lo primero que debes hacer es taponar la nariz presionando la parte superior con los dedos a modo de pinza e inclinar la cabeza hacia delante. Solo de esta manera comprimirás la pérdida y conseguirás que la sangre drene hacia fuera para evitar tragarla o que pase a las vías respiratorias.
Abrigarte para sudar la fiebre
Cuando tengas fiebre, debes evitar tres cosas: abrigarte, bañarte con agua helada y frotarte con alcohol (puede causar, sobre todo a los niños, una intoxicación etílica). Lo que debes hacer es tomar un antipirético, desembriagarte (no desnudarte) o tomar baños de agua templada para reducir tu temperatura corporal. Así no afectarás tu salud.
Tomar café al despertar
Tu cuerpo dispone de un reloj interno, el cual se encarga de aumentar tu grado de alerta a primera hora de la mañana con el de la producción de cortisol. Estos niveles van disminuyendo en las horas posteriores, por lo que resulta más efectivo posponer el consumo de café (y su efecto estimulante) dos o tres horas tras levantarte, y no al despertar como acostumbras.
Copiar la dieta de alguien
A lo hora de ponerte a régimen, es preciso que tengas en cuenta una serie de factores como el sexo, la edad, las alergias e intolerancias alimentarias y/o enfermedades como la hipertensión o la diabetes, ya que condicionarán el contenido nutricional y calórico. Por ello, es fundamental no hacer la dieta de otras personas sin la evaluación previa de un médico/nutricionista.
Saltarte el desayuno
Una dieta equilibrada exige 5 ingestas al día: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. El primero te aporta energía para afrontar las tareas de la mañana y evita que comas demasiado en las comidas principales por un apetito excesivo. Esto es de suma importancia en los niños, ya que no desayunar es, junto al sedentarismo, el riesgo más frecuente que conduce a la obesidad infantil.
Usar zapatos de tacón alto o totalmente planos
Un calzado con tacón muy alto favorece la sobrecarga en el antepié y ayuda a la formación de callos, dedos en garra e infecciones a las uñas. Uno demasiado plano puede ocasionar problemas en la región del talón, como durezas, fascitis plantar o tendinitis de Aquiles. Lo ideal es que uses un zapato con tacón moderado, anchura adecuada y buena sujeción.
Cepillarte los dientes apenas terminas de comer
Si has ingerido alimentos con alto contenido ácido (frutas, zumos, vino o café) deberás esperar 30 minutos para lavarte los dientes, porque si lo haces inmediatamente, repartirías el ácido por toda la boca y te arriesgarías a sufrir caries. Así pues, deja actuar a la saliva para que neutralice el pH de lo que hayas comido y haga su labor antiséptica.
Tomar fruta de postre
La fruta tiene un monosacárido denominado fructosa que, ingerido tras la comida, provoca un aumento rápido de los niveles de insulina en sangre y hace que todo lo comido anteriormente tenga más facilidad para convertirse en grasa. Además, en ocasiones produce gases. Por todo ello, lo ideal es separar la ingesta de fruta de las comidas principales.
Dormir con la televisión prendida
Ver la televisión o usar otros dispositivos electrónicos con pantalla antes de dormir disminuye el tiempo y la calidad del descanso. Esto se debe a que la luz que emiten tiene una longitud de onda que dificulta la producción de la melatonina en el cerebro, hormona encargada de inducir y mantener el sueño.
Llevar bolsos grandes
Los bolsos grandes suelen ser sinónimo de una gran carga llevada de forma inadecuada, lo que provoca lesiones de hombro y espalda, como tendinitis, contracturas cervicales, dorsalgias y lumbalgias. Lo ideal es llevar solo lo imprescindible (que no supere el 3% de tu peso). Recuerda llevarlo cruzado.
Lavarte mucho
El agua rompe el manto lipídico y la capa córnea que protegen la piel, y causa que esta se deshidrate. Para evitarlo, lávate las manos un máximo de cinco veces, dúchate una única vez al día, incluyendo el pelo (al contrario de lo que puedas pensar, el cabello no se pudre si te lo lavas a diario) y emplea productos lo más neutros posible y con poco perfume.
Usar un sostén cualquiera
El 70% de las mujeres no usa el sostén adecuado y 9 de cada 10 desconoce su talla. Para evitar que esto afecte a tu salud y a tu higiene postural, ten en cuenta que esta prenda no debe apretarte (ni dejarte marca), los tirantes han de quedarte rectos y la parte de atrás en posición horizontal. Además, el aro nunca debe aplastarte el pecho ni quedar despegado.
Beber agua en exceso
Demasiada agua obliga a tus riñones a eliminar más líquido y, con él, electrolitos que son necesarios para el organismo, como el calcio, el potasio, el magnesio o el sodio. Lo ideal es que ingieras dos litros y medio al día. Pero ¡ojo!: en esta cantidad se incluyen también los alimentos que comes (piensa que un filete de carne a la plancha medio hecho tiene un 40% de agua).
Abusar de la sal (o prescindir totalmente de ella)
La sal solo es perjudicial para quienes no la pueden eliminar, por lo que son ellos y no toda la familia los que deben sustituir este condimento por otros, como el romero o el orégano (las personas jóvenes con la tensión baja pueden sufrir mareos, pérdidas de conocimiento o lipotimias si eliminan esta sustancia). Lo ideal es cocinar los alimentos con el punto justo de sal.
Tomar analgésicos al primer dolor
Con el consumo de analgésicos hay que ser especialmente cuidadosos: no es recomendable tomarlos con demasiada frecuencia porque puedes generar una tolerancia al mismo, pero tampoco dejar que el dolor se instaure y aguantar muchos días sin tomar nada, porque luego será mucho más difícil de tratar (y necesitarás una dosis doble).
Dejar lo difícil para el final
Si lo haces así, has de saber que intentando evitar lo difícil logras justo lo contrario: que todo se vuelva aún más complejo. Comienza por las tareas más arduas: además de transmitirte un mensaje de confianza en ti mismo al no evitar el reto, afrontarás el resto de tareas con una mayor seguridad (con esa sensación de que lo peor ya ha pasado) y el alivio y la tranquilidad que redundará en un mayor rendimiento general en el día.
Cruzar las piernas
Tan común que seguramente lo realizas sin darte cuenta, este gesto afecta a tu espalda, ya que te obliga a cargar todo el peso en un solo lado haciendo que tu columna se incline. Asimismo, provoca que se salga un poco el hueso del muslo y que al levantarte puedas notar una pierna más larga que la otra. Siéntate siempre con las piernas tocando el suelo, y formando un ángulo de 90 grados tanto en rodillas como en caderas.
Fumar para relajarte
La sensación de alivio y relajación que experimentas con un cigarrillo se debe tan solo a que calma tu síndrome de abstinencia. De hecho, fumar provoca tu ansiedad. Lo mejor que puedes hacer, por tu salud en general y la de los tuyos, es abandonar el hábito tabáquico hoy mismo.