Redacción/ El Nacional
Dos años y dos meses después de la tragedia que segó la vida de los 298 pasajeros y miembros de la tripulación del vuelo MH-17 de Malaysia Airlines que viajaban de Amsterdam hacia Kuala Lumpur, el Equipo Internacional de Investigación (JIT, por sus siglas en inglés) que trata de esclarecer el derribo del Boeing 777 sobre el territorio de Ucrania del este tiene, según aseguró este miércoles, dos certezas irrefutables.
La primera, el avión se desintegró en el aire tras el impacto de un proyectil de la serie 9M38, lanzado por un sistema de misiles BUK de fabricación rusa que entró a la zona de conflicto por carretera desde territorio de la Federación Rusa, a donde lo regresó la misma unidad móvil con remolque.
Y la segunda, el misil salió de las afueras de la localidad de Permomaisk, en un campo que, el 17 de julio de 2014, se encontraba bajo control de las fuerzas separatistas pro rusas que autoproclamaron la República Popular de Donietsk.
Es el resultado principal del informe preliminar presentado hoy por el JIT, que dice tener “al menos cien sospechosos de haber participado en los hechos”, aunque no facilitó ningún nombre, alegando que la investigación penal sigue abierta.
Los miembros del JIT, formado por dos centenares de expertos y fiscales de Países Bajos, Malasia, Bélgica, Australia y Ucrania, los países más afectados en cuanto al número de víctimas y el país donde ocurrió la tragedia, llegaron a esta conclusión de forma unánime tras analizar toda la información a su alcance: miles de fragmentos del avión, medio millón de imágenes satelitales, grabaciones de radares, fotografías y videos, cerca de 250 mil conversaciones telefónicas, unos 200 testimonios, sin hablar de la infinidad de peritajes realizados.
El JIT asume que sus conclusiones no pueden ser definitivas hasta que Rusia y las autoridades separatistas del este de Ucrania aporten datos esenciales que, lamentó hoy, siguen negándose a proporcionar, ofreciendo hipótesis que sólo inculpan al gobierno de Kiev. La más reciente, decir el lunes anterior que los radares rusos no detectaron ningún lanzamiento desde la zona controlada por los separatistas el día de la tragedia, pero sin entregar el soporte documental para poder comprobarlo.
Pero con la información recabada en estos 26 meses, el JIT pudo rechazar las múltiples versiones que se empezaron a difundir apenas se conoció la tragedia: no hubo ningún atentado a bordo del avión; no existió misil “aire-aire” lanzado desde un aparato militar ucranio; no hubo intento de derribar el avión del presidente ruso, Vladimir Putin, que dicho sea de paso no tenía previsto sobrevolar la zona; entre muchas otras, a cual más extravagante.