El astigmatismo se produce cuando la córnea (la capa externa y transparente del ojo) no presenta la misma curvatura en todas sus zonas.
La luz procedente de los objetos y que entra en el ojo se enfoca en más de un punto de la retina y provoca una visión borrosa y distorsionada, ya que en los ojos emétropes (sin graduación) la imagen de los objetos se enfoca en un único punto de la retina.
Esta anomalía suele estar determinada genéticamente o puede deberse a traumatismos o intervenciones quirúrgicas.
Al menos uno de cada 10 niños en México padece esta enfermedad, un problema visual que en la mayoría de los casos es hereditario y que de no diagnosticarse con oportunidad reduce la agudeza visual de manera irreversible. Una de las señales de alerta que pueden indicar la presencia de la anomalía en menores es que entrecierran los ojos para ver tanto de cerca como de lejos, lo que revela la necesidad de acudir con un oftalmólogo-pediatra para diagnosticar y tratar el padecimiento.
Dependiendo de la edad del paciente y del tipo de astigmatismo que padezca o de la graduación que presente, puede percibir o no síntomas y estos pueden ser diferentes.