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Redacción/ El Nacional
La fiebre amarilla es una enfermedad causada por un virus y transmitida por la picadura de ciertos insectos del tipo mosquito/zancudo. No ocurre en México, pero es común en ciertas partes de África y Sudamérica.
Una vez que se contrae el virus y pasado un periodo de incubación de 3 a 6 días, la infección puede desarrollarse en una o dos fases, dependiendo de cómo evolucione la enfermedad:
Primera etapa o fase aguda: En este primer periodo, los síntomas más comunes son fiebre, mialgias con dolor de espalda intenso, escalofríos, cefaleas, náuseas o vómitos y pérdida del apetito. Posteriormente, la mayoría de los pacientes mejoran y los síntomas remiten en un plazo de 3 o 4 días.

Segunda etapa o fase tóxica: A este estado llegan un 15 por ciento de los pacientes. En este caso, la fiebre se vuelve más elevada y se ven afectados distintos sistemas orgánicos.

Después, el paciente comienza a presentar ictericia y se queja de dolor abdominal con vómitos. Además, pueden producirse hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas, sangre en los vómitos o las heces e insuficiencia renal.
La mitad de los pacientes que entran en esta fase mueren en un plazo de 10 a 14 días y el resto se recupera sin lesiones graves en sus órganos.
Se puede prevenirse con una vacuna muy eficaz, segura y asequible. Una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo.