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Valeria Gonzalez / El Nacional

Botones de camisas. ¡Son tantos! ¡Y tan chiquitos! Que es común querer abrirlos todos de un golpe. Esta acción termina desprendiendo, si no todos, la mayoría de los broches.

 

Corpiño. Estamos tan acostumbradas a ponerlo y sacarlo, que hasta lo haríamos con dos dedos y en un solo movimiento. Pero, para algunos hombres, es un momento de alta tensión. Y muchas veces el resultado es catastrófico.

 

Cierres. ¿Qué hay de complicado en bajar un cierre? Si lo pensamos en frío, absolutamente nada. Pero en ese momento puede quedarse atorado, se puede romper la manijita o, en el más doloroso de los casos… ¡Puede agarrar la piel!

 

Rompa interior. ¿Estás muy entusiasmada, en un lugar prohibido y con tiempo limitado? Entonces lo mejor es no sacar la ropa interior, sino hacerla a un lado. Vas a ahorrar bastante dinero.

 

Botones del pantalón. Siempre están ahí para complicarnos la vida. Aparecen en los jeans, en prendas de vestir, en los trajes… Muchas veces, para no perder tiempo, optamos por reventarlos.

 

Polleras. Siempre se dice que facilitan todo, pero en realidad depende del modelo de la prenda. Si es muy ajustada, es probable que al momento de subirla termine toda descosida.

 

Medias de nylon. Una vez que salió la pollera y todo parecía solucionado… Ahí aparecen. Son innecesarias y estorbosas en los momentos de pasión. Tanto, que con frecuencia terminan con agujeros.

 

Tacos. ¿La emoción te hace perder el equilibrio? Quizás te convenga, al menos por un segundo, pensar en tus lindos zapatitos…

 

Anteojos. Son muy fáciles de perder y pueden terminar rotos, ya sea porque hiciste el amor encima de ellos o porque no calculaste dónde pusiste tus pies.

 

Aros y collares. Suelen engancharse en la ropa o en el pelo de nuestro compañero. ¿La solución es sacarlos despacito y con cuidado? ¡Ni locas! Primero, vayamos a lo nuestro…